¡Baila!
Anda, compadre sigue andando que el camino es muy largo.
¿Adónde vamos?
No temas que na da te puede pasar.
Manuel, estás loco.
Lo sé, pero no me la puedo quitar de la cabeza, la quiero tanto que es el veneno de mi vida.
Tú sabes que si te pillan sus hermanos será tu fin.
Qué me importa a mí, es mi vida y mi fin, que quiere que le haga. ¿Y tú, qué me dices que es lo que tengo que hace?
¡Bailá, tú sabes bailá, pues hazlo!
No tengo botas para hacerlo.
¡Descalzo y, si se te rompen los pies no te importe, pero baila que es lo tuyo!
En este mundo nuestro si tienes hambre, baila, si tienes frio, baila, si quieres algo baila, es lo único que puedes hacer si tanto la quieres, pero mejor que yo tú bien sabes que te la han jurado, que si te ven cerca de ella te matan.
No me importa, así ella sabrá que yo la quiero
¿Tú crees, que con bailá me querrán la familia de esa mujer?
Yo no lo ce, pero nada te cuesta y, a si a lo mejo te perdonan su familia y te deja que te cases con ella.
¡Compadre! Ojala sea como tú dices. ¿Tú llevas navaja?
¡Has visto tú algún gitano que no la lleve encima!
¡Dámela, que yo la mía no la llevo nunca conmigo!
¡Pues anda que si te cogen no te digo na la que te dan!
Entran en una cueva donde vive ella, es el lugar más oscuro que pudiese entrar un hombre, pero el amor lo puede todo.
Él sabe que si sus hermanos lo ven será lo último que veas en esta vida. Se la tiene jurada, pero tanto es el amor que le procesa que no le da miedo morir por esa mujer. Cuantas cosas pasan en este mundo y en la raza gitana a un mucho más. Los clanes de estas personas se miden por el valor que hay entre ellos pero a este hombre no lo quieren y le han jurado que si lo ven mirando a esta mujer su familia lo matan y entre ellos solo hay una razón para terminar con este juramento. El matarse antes de que se mezclen las familias.
Él es un bailaor flamenco, ella una gitana que hasta la luna la envidia por su belleza.
La familia de ella son los tarantos y él es de los Montoya, clanes que se envidian a muerte, pero mira por donde se han enamorado entre ellos y no sé qué puede pasar entre esta pareja.
Compadre sabes una cosa, que tengo miedo.
Y yo también.
Volva monos
Compadre huir es de cobarde.
Pero es mejo ser cobarde vivo, que valiente muerto; no te parece. Nada más entrar en la cueva aparecen sus hermanos.
¡Hombre; mira a quien tenemos aquí!
Lo cogen por los brazos y sin que pueda darle tiempo de nada lo arriman a la pared de la cueva.
¿Te acuerdas de lo que te dijimos el día que te vimos cerca de mi hermana?
¡Si, sé lo que me dijiste!
Por lo que veo se te ha olvidado. ¿No?
Sacando una navaja de su cintura se la acercan a la cara, este al verse rodeado intenta defender pero no tiene tiempo de hacer ningún movimiento, el filo de la navaja se clava en su cintura.
Luces de colores ven brilla sus ojos. Una espada plateada se ha cruzado en su camino; todo es de color negro, el lugar donde las estrellas brillan por su ausencia. Una rosa de rojo manchan su camisa blanca, la faja se ha roto, el pecho se desangra rápidamente, la muerte ha llegado antes de que pudiese darle un beso, sí, un solo beso, ya es tarde, el telón está a punto de caer, el público se queda entre la razón y la muerte, sin saber el por qué ocurren estas cosas que pasan entre estas clase de humanos.
Ella sale de su cuarto, ve que está hincando de rodillas en el frío suelo, la sonrisa de sus hermanos ciega la luz que sale de los tristes ojos. Al ver a u hombre tendido y desangrando sobre la fría tierra.
¡No, malditos, no!
¿Por qué; mátame a mí también?
¡Tú ya tienes la muerte que merecías! Lentamente te acordarás de lo que te decía nuestra madre.
Quitándole la navaja a su hermano, se la clava en su pecho sin que él pueda hacer nada para impedirlo.
La guitarra rompe el silencio, un cante por solea sale de la garganta del compadre que tiene agarrado por los hombros a su amigo.
Se abre una puerta, aparece la madre de ellos al sentir que su hija está gritando, antes de que le diese tiempo a cruzar la puerta los gritos han callado, ella grita al ve que su querida hija cae rodando al suelo junto al hombre que tanto quería y, cuando ve que su hija está muerta, grita aterrada de lo que están viendo sus ojos.
¡Ya no será para este desgraciado! Dice su hijo.
Tú me lo pediste, hay los tienes.
¿Qué has hecho, dime que has hecho, es mi hija?
Coge a su hija del suelo, intenta levantarla pero no puede, es muy vieja y sus fuerzas flaquean y menos querer levantar a su pequeña que está muerta por culpa de ella misma fue la que le hizo ver a su hijo de que tenía que protegerla de este Montoya.
El caballo cruza veloz el camino, el viento borra las huellas del tiempo, las cicatrices se borran, pero la sangre deja un reguero que por mucho que la quieras hacer desaparecer siempre quedan manchas de sangre que tiñen la historia de los enamorados.
Los gritos del cante retumban en mis oídos, han dejado un quejido que helo mis entrañas por el recuerdo de un viejo amigo que murió en manos de los sueños por amar a una mujer gitana que lo volvió loco de tanto amor que tenía por ella, descanse en paz, ya están juntos en un rincón del camino; donde el viento arremolina las hojas secas del otoño, esas que nadie quiere y que solamente el tiempo las hace desaparecer para siempre.
El forjador de sueños.
José Rodríguez Gómez. Di que te gusta el forjador de sueños.