A cuántas puertas he de llamar

¿A cuántas puertas he de llamar?

No quiero saber los años que tengo, no es que no me importen pero no quiero ni deseo saberlo. El camino es largo, angosto, tortuoso y con muchos recovecos. Voy caminando muy lento, sí, muy lento; mis pies ya no me dan más, y he de hacer lo que me dicen mis huesos; que a cada paso que doy es un concierto de música que al sonar mis huesos hacen tal ruido que hasta yo me desconcierto. Lento, sin ninguna prisa; ya que nadie me está esperando para darme un plato de comida caliente. Cuestas arriabas, y pendientes a bajos; de las cuales creo que son mucho más peligrosas que la cuesta arribas, ya que estas me hacen resbalar y doy con mi dolorido cuerpo en el suelo. ¡Está tan duro que cada vez que me caigo hago trisa mi deteriorado cuerpo; pero si nadie me espera, ni nadie me dará un nuevo cuerpo: y el que tengo ya es muy viejo! ¿Qué tengo que hacer, y qué busco?… algo nuevo… Adónde voy, sí, adónde voy si no había salido de mi cascaron y se me rompieron todas las plumas al querer volar y no se adonde está el norte, ni tampoco el camino para volver a mi pueblo. Si nunca he salido a buscar un solo recuerdo… para qué camino descalzo por este maldito desierto…

Cuantas puertas he de llamar… cuantos golpes he de dar sobre esas maderas viejas, y cuando salga una mujer, sí, una mujer que sea adecuada a mis años que le digo…

Mirará mis ojos, mi vestido, sí, la ropa que llevo puesta y se quedará mirando mis hechuras y mis destartalado cuerpo y, preguntándose en su interior… me contestará en voz baja… Qué busca usted en esta casa, si en esta casa que es la mía, ya no necesitamos más pobres; ya tenemos bastantes con los que hay aquí adentro…

Dieron me en mi propia cara, y en todas cuantas casas llamé en este mundo de mis sueños. En las puertas de ella me golpearon en mi propias narices y eso me hizo pensar mucho más… ¿A qué sales de tu cubil; si nunca lo hiciste… ahora que buscas en este endemoniado mundo? Nadie da nada sin recibir el doble, y tú no tienes nada que dar solo,  estás para que te cuiden… ¿Cómo, si no tienes dinero para hacer un simple puchero, ese que se hacía antes cuándo tú estabas en tu pueblo, en esa tierra que te trajo al mundo y nunca saliste de tu morada, ya que no fuiste capaz… ¿Ahora a tu años buscas una puerta que se abra, que te den cobijo; a ti, pidiendo,  no te has visto como  caminas verdad y cada pasado que vas dando se tambalean tus huesos?  En qué estas pensando, si todos tus sueños se quedaron guardados en aquel baúl de tus recuerdos.

¿Qué llevas en la maleta… dime, que es lo que llevas para pedir que te recojan? ¡Qué ropa te pondrás cuando un día te inviten a comer, sí, a comer un plato de comida caliente para remendar tus viejos sueños y todo, por lastima; ya que a estos años solo de lastima se recogen a personas como tú! Te has dado cuenta de cómo vas, te has mirado en un espejos para que te puedas ver el tipo que tienes, la hechuras y los ropajes que llevas puesto, como y para qué, sí para que te miren y te den una limosna, eso es lo que estas  buscando que te recojan por lastimas. No hay un rincón en este mundo donde se recojan las hojas muertas y, estas son arrastradas por el viento; cómo te van a recoger a ti que no tiene un lugar adonde caerte muerto…

Creo que la mente de las personas mayores sé vuelven locas, sí, locas, y sin pensar en lo que hacemos, vagamos por los rincones inhabitables, sin que nadie nos diga lo que está bien o mal… Salimos a pasear sin saber cuál es el camino de vuelta.

Adónde vamos a estas horas de la noche. Ya que el día para nosotros se nos hace muy cortos; no hemos dado algunos pasos y ya es de noche. Encima no vemos y todas las cosas que parecen sombras y se interponen en nuestro pasado sin saber qué es lo que estamos haciendo…

He llamado a tu puerta. Saliste, y sin mirar, me diste un beso. Agarraste mi mano temblorosa, sabiendo tú que yo no tenía nada que darte, me hiciste entrar en tu precioso cuerpo. Yo, sin saber qué hacer, sentado sobre una silla de aneas; sí, de esas que antaño eran las mejores de mi casa; hoy estoy sentado ante ti, y tú me has dado un beso, un beso sin saber quién soy, ni de dónde vengo… para qué y por qué me recoges, no ves que vengo casi muerto; me tiemblan los pies, están heridos, mi cuerpo y mi corazón cansado solo necesita poco de amor y de cariño y esto tú me lo darás… ¿A cambio de qué, ya ves como vengo; si nada tengo en mi alma y todo sé callo por los suelos de la veces que he tropezado en esta vida no me queda un hueso nuevo?… Mi cara triste, mis ojos llorosos, y solo en mi mente creí estar antes las puertas del cielo y tú con tu mirada tan bella y tus labios sonrientes me hiciste entrar para que descansase y dijiste… ¡Has llegado cuando yo soñaba contigo y al despertar abrí la puerta y tú eras el que habías llamado pidiendo ese amor que tanto quise tener entre mis brazos!

¿Cuándo saliste de tu casa… me preguntó… yo  te esperaba hace mucho tiempo? me dijo…

No sé qué es lo que me ha pasado, no lo sé adónde he estado; solo te puedo decir que te he buscado por toda la tierra. Nadie me dio nada solo desprecios y soledad, a si traigo la mente de mis sueños. ¡Tú me recoges, me das un beso, y me dices que me quieres, me preguntas que cuando salí! Tú y yo nos hablábamos por ese viejo teléfono, en el cual yo te veía y tú me mandabas besos. ¡Los cuales ya se borraron, ya nada queda de eso! Hace mucho tiempo que busque el camino para llegar ti, y desde que te vi, salí a buscarte, y al fin encuentro el lugar adonde descansarán mis sueños.

¡Pepa!… ¿tú eres la mujer que me quieres, tú me darás ese amor que durante tantos años he buscado? Todo quedo envuelto en el silencio. Ninguno dijo palabra alguna, solo el suave sonido de unos labios llenos de amor escucharon los latidos de unos corazones que se amaron en el tiempo de los sueños.

El forjador de sueños

José Rodríguez Gómez

El sevillano.

¡Me da vergüenza decirlo! Si esto no cambia yo no he de escribir más, solo pido un me gusta, y si no para qué creen ustedes que lo hago… para ganar que… dinero, no eso no me importa, solo deseo saber cuántas personas le ha llegado este escrito a su corazón; con eso tengo bastante… $2�n�|��