Déjame dormir

Déjame dormir

¿Cuánto corre el tiempo… cuánto? Eso me pregunto muchas veces, hasta que me quedo dormido como si fuese un niño pequeño que entre sollozos se queda sumidos en los sueños de su alma.

He llegado a la edad donde cada segundo es diferente al anterior. En estos años las cosas son diferentes y corren demasiado para mí.

La sombra de mi cuerpo se ríe de mí, me llaman viejo, loco y no me gusta. Sí, soy muy viejo, lo sé, pero me da miedo serlo y no poder hacer nada para remediar este sentimiento.

No le tengo miedo a la muerte. Veo como las horas pasan, el viento corre tanto que mi cuerpo no es capaz de recorrer el trayecto que me queda en esta vida.

Los días pasan tan veloces que el sonido no lo siento, el trueno, el rayo se adelantan a mi cansado cuerpo.

¡Ya no sé en qué época del año estoy viviendo! Primavera, verano, otoño o tal vez sea invierno, ya que mis huesos tienen frio. ¿después de muerto… sentiré frio?

Hay rosas en los jardines, flores de todas clases y sin embargo veo como se caen las hojas y el viento las arrastra a un lugar que yo quisiera saber adónde se las llevan. ¿Volveré, o tal vez se termine todo?

La rosa se mecía en su tallo, el viento la acariciaba y yo mirando este precioso momento, lloraba al darme cuenta que estas cosas pasas en la vida de la juventud; sin embargo, yo no puedo recordad esos tiempos, ya se borraron de mi mente.

Mn    Esas son las hojas que se caen sin que pueda retenerlas y la cabeza se queda sin cabellos y los que quedan son de un color plateado que desde la distancia se ve el cráneo como se desborona lentamente.

¡Déjame dormir, por favor! No quiero ver el silencio del adiós. No quiero sentir como mi llanto suenan como perlas de cristal al caer desde la distancia de mis ojos hasta el frío suelo de mi alcoba.

No quiero sentir tus sonrisas, suenan como cascabeles en los labios de tu cara, y yo enterrado en vida sin poder ser el hombre que te pudiese querer.

El manantial de mi alma se ha secado, ya no pueden beber de tus labios los cientos de pajarillos que antes te acompañaban. Se marcharon a otra vida, la mía se va quemando lentamente como una mísera hoguera que se apaga con el tiempo al no tener tus ascuas en mi ❤.

El forjador de sueños  

José Rodríguez Gómez

El sevillano.

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