¿Qué piensa un esqueleto?

¿Qué piensa un esqueleto?

¿Tú lo sabes… porque yo no lo sé y menos si el esqueleto es el mío? Creo que no tengo el deseo de saber qué es lo que piensan los pobres.

Yo creo que solamente piensan en el ruido que hacen cuando caminan, lo de más lo dejo para cuando llegue ese día, y ya te contaré. ¿te imaginas dentro de ese cuerpo de huesos?

Miras a través de unas cuencas bacías, oye el viento, el silencio, o tal vez, escuchas lo que te lo dicen… Sientes el sabor de sus labios, sí, no te creo, yo recuerdo aquellos besos que di cuando estaba cubriendo tus huesos. Hoy ya ves nada, ni el viento, ni el frío, ni cuando florecen las flores, nada y tú me dices que lo recuerdas todo. ¡Anda ya hombre: todo cuanto me dices es mentira y no sabes de que estas hablando! La única verdad es que un día de un terminado año estabas caminando por estas calles. Pero que después de haber estado enterrado bajo tierra tú dices que la recuerdas. No me digas tonterías; yo no quiero ni pensar que una vez que yo este enterrado me acuerde de todo cuanto me hizo.

¡Para morirse de risa! Tú sabes si tienes sombra, le pregunté, no me dijo nada, no podía hablar todo estaba vacío, y ni la voz salió de su esquelética boca.

Yo creo que lo único que tú tienes es celos de todo cuanto te paso, recuerdas los días que tu pasaste al lado de ella, si de esa mujer que te trajo las desgracias más horribles que pueda pasar un hombre. ¿te acuerdas, sí, no… si yo fuese tu esqueleto te diría que estas completamente loco? que todo cuanto me dices es mentiras. ¿Si te dan ganas de mear que haces… te la sacas, o ya la tienen afuera? No contestas, y me dices que te acuerdas de todo. No oyes, no ves, no hablas, y sólo que haces cuando te da la sombra de la noche; te escondes para que no te vea ella, o sales a su encuentro. Mi amor te quiero, te quise y te querré siempre hasta que la muerte nos separes, y ahora que haces cuando ella te pone flores sobre tu tamba… ¡Venga ya hombre; cuando todo se termina mejor que nos dejen tranquilos qué bastante se pasa en esta maravillosa vida! Unos felices por haber vivido, otros no tanto, pero lo hicimos…

¡Deja seguir el río, no lo detengas su carrera; que bastante ha sufrido para que ahora tú vengas a despertarlo que bastante daño lleva sin dejar atrás los rastros de su amarga existencia!

El forjador de sueños

José Rodríguez Gómez

El sevillano.

Mi canario: dormido sobre el estiércol del mundo entre rejas de colores

Mi canario: dormido sobre el estiércol del mundo, entre rejas de colores.

Entre las rejas del egoísmo.

Tú eras el preso de mi cárcel… ¡Ya… no lo eres, y noes porque yo no lo desease, yo quisiera que lo fueses y lo hubieses sido mientras yo viva… pero, solo fui tu carcelero! ¡Maldito yo, tenerte por uno de mis caprichos, y tú… cantando porque yo lo deseaba!

Alpiste, agua, y algún trozo de manzana. Cada día, cada semana, cada mes, y cada año. ¿Cuántos años viviste a mi lado… dímelo? Quisiera saberlo, pero la maldad de mi silencio te ha llevado a este trágico momento.

¿Merecía la pena vivir… que se yo? ¡Lo pienso, y me culpo por este desgraciado fallecimiento de tu alma!

En el silencio de la noche dejaste tu último trino. ¡No pude escucharte… perdóname si es que puedes! Creo no merecerlo, he sido demasiado malo contigo, pero tú sabes que yo te quería con toda mi alma… sí, ya lo sé que mi alma era y es, de acero.

Maldito yo… viéndote enfermar y seguía pidiéndote canto y cada vez que fuesen mucho más bellos que los anteriores.      

Escuchar tus trinos, tus lamentos. ¿Cantabas… o talvez, llorabas… nunca lo supe?

¡Ya es tarde verdad, demasiado tarde para la persona que no tiene escrúpulo dentro de su corazón de acero!

Te fuiste en el silencio de la noche, cuando yo quizás dormía y no te busqué.

Eras blanco, o mejor dicho tenías un plumaje del color de un café con mucha leche, casi blanco.

Ese no eras tú, yo te veía bueno. No sabía que dentro de ti crecía un cáncer… un maldito cáncer que nublaba el color de tu plumaje. Cerca de una de tus alas de plata.

¡Maldigo mi sombra! Al tenerte yo entre estas rejas de acero; donde tú veías otras aves volar y, mi corazón remachado con puntas de acero negro! Sin darme cuenta que tú eras el sonido del canto. El silencio dormido en las noches de tormenta. Un rayo de luz en las noches oscuras, donde el brillo de tus ojitos eran el único reflejo que guiaba mis pasos al llegar la noche.  ¡Te buscaba y cuando no te vi, mi corazón paró sus latidos, temblaba al acercarme hasta ti, y verte dormido sobre el estiércol de tus sobras hicieron aflorar lágrimas en mis ojos heridos!

Hubo una época del año en el que tu bello plumaje se perdía, y con el suave viento de la primavera. Llorabas de felicidad, yo te veía sonreír y cantando me dabas las gracias cuando te ponía un pequeño trozo de manzana.

¿Era solo lo que tu deseabas, o era mi egoísmo el que creía ver la felicidad de tu canto?

Al llegar el verano tu plumaje sé tornaba de plata fina. ¡Eras precioso, yo solo quiero recordad el pequeño pico de color rosa!

¡Cáncer, maldita palabra, y canallesca enfermedad qué a todas las personas, animales, y otros seres lo padecen! ¡Era un bulto que tenías sobre una de tus alas, y yo viéndote cantar me preguntaba! ¿te duele, sufres… ¿por qué cantas entonces, dime, si tu cuerpo está herido de muerte, y yo viéndote cantar de tras de los barrotes. Si te suelto me preguntaba… te comerá cualquier gato… es lo que deseas… así, era mejor haberte liberado, y de esta manera volarías por el cielo. El que nunca llegaste a saber de qué color era.

Recuerdo tu bello trinar, tu silencio, esperando que yo te hiciera algún ruido para que yo supiese que tú sabias que yo estaba cerca de ti. Entonces tú comenzabas con uno de tus bellos trinos. Flauta, clarinete, saxo, piano, trompeta, violín, o tal vez era el sonido del viento que dentro de mis recuerdos escuchaba de ti detrás de las rejas malditas.

Te guardaré en una cajita de plata, y dejaré que el viento se lleve tus alas y tu pequeño cuerpo flotará en mis recuerdos. ¡Perdóname, te lo suplico, jamás creí amar tanto aun ser de esta “tierra” nunca pensé que llegaría este triste momento! Llego, y tú volaras a partir de ahora y yo jamás veré tu cuerpo ni tu bello plumaje.  Estés donde estés escuchare tu bello canto, el viento en las noches oscuras en el recuerdo de tus ojos veré unos rayos de colores que iluminarán mi llanto.

El forjador de sueños

José Rodríguez Gómez

El sevillano

Escuelas de pulgas y chinches

Escuelas de pulgas y chinches.

Escuelas de ricos y más ricos. ¿Han de ser diferentes?

Escuelas para pobres, hay muchas, sí, hay muchas escuelas para pobres. Demasiados barracones y lugares infectados por la pobreza; esto pasa con nuestras escuelas.

Escuelas para ricos, y pocilgas para pobres.

Todo aquel que quiera una escuela concertada que se la pague de su bolsillo. La educación ha de ser oficialmente para todo el pueblo por igual de los derechos de nacimiento. Hay muchas señoritas y señoritos que les da vergüenza estar junto en las clases de los pobres. ¡No somos todos iguales a vista de la riqueza y sobre todo de la propia iglesia! Vergüenza ajena sí, es lo que siento. Ver sus manifestaciones para pedir una escuela privada o concertada. Pregunta. ¿tú la quieres? Paga té la, y a si no te jutas con los muchos que tienen pulgas y chinches que somos la mayoría.

Este gobierno paga a las escuelas de la limpieza como a la de las chinches por igual o tal vez les paga mucho más y no lo sabemos. ¡Sí, vergüenza de vivir en un mundo donde para poder vivir ya es un trabajo mortal!

Los nacidos en buena cuna son diferentes al resto de los demás mortales…

El partido es el mismo sea del color que sea, socialistas, republicano, comunistas, de centro o de cualquier otro partido. Y ello siguen viviendo del cuento y de la cara tan dura que tienen todos.

El gobierno y gobierne quien gobierne todos nacemos por el mismo sitio y digan la Madre que los pario que todos somos iguales. Siempre hay una gran diferencia. Parido de la misma forma, pero de diferentes Madres. Las Madres son diferentes como también los Padres sin saber quiénes son porque pueden ser más de uno. Quien dice que Dios existe… tú, adonde está… me lo puedes decir. Nos quejamos por todo. Y esto siempre ha ocurrido lo mismo. Pobres y más pobres y ricos, y mucho más ricos. Quien dice que él rico tienen más derecho que él pobre. Quien… ¿Tú, porque puede ser más guapo, más feo, o tal vez su pene sea más grande que el del pobre? El estudio, y la enseñanza y la cultura ha de ser para todos iguales, el color no hace diferencias entre los seres humanos. ¿Tú quieres separar tus hijos de los demás, si es así hazlo, pero el gobierno no tiene por qué pagar los caprichos de los ricos? El día que las mamás de estos alumnos con diferencia sobre el resto que quieran para sus hijos algo diferente, al de las chinches y pulgas que se lo paguen ellos… Vergüenza, mucha vergüenza; lo tuyo no tiene nombre y toda la culpa la tiene el gobierno que gobierna en nuestra nación. Con Banderas de colores salen a la calle pidiendo que no haya igualdad entre todos los niños, vergüenza porque lo que quieren es que la igualdad nunca sea para todos iguales. Quién diría que todos lo nacemos por la vulva de las Madres y el pene entre blancos y blancos; casi siempre es el mismo, y qué sea más grande o sea más chico qué más da.

Los maestros han de impartir las clases a todos por igual y si alguien quiere una enseñanza superior que se la pague de su propio dinero, pero no con el del pueblo.

En cada parte de la tierra siempre ha habido diferencias entre los seres humanos. ¡Te das cuenta que en las iglesias como en todas las escuelas no ha habido un cuadro con niños negros! Y yo pregunto: ¿por qué… es que son diferentes al resto?

¡Director delas escuelas públicas o privadas! Usted tiene que ser imparcial e impartir la enseñanza tal como están escrito en los manuscritos; para que todas las personas, blancas, o negras, ricas y pobres tengan el mismo derecho a poder estudiar y llegar hasta donde puedan sus conocimientos y sean capaces de aprender cuanto dicen los textos existentes en nuestras cátedras.

Dale un lápiz, una libreta y un libro para todos iguales con las mismas enseñanzas, a si todos deben saber los mismos textos y el que más estudie sabrá mucho más que el otro, sea del color que sea.

Él no tuvo la culpa de haber nacido en una cuna pobre…

El forjador de sueños

José Rodríguez Gómez

 El sevillano.

El árbol llorón

El árbol llorón

Hay muchos árboles que lloran, sí, es cierto que los hay, y son muchos. Son muy bellos, sus ramas finas y con muchas hojas beben de las aguas de los lagos, ríos y estanques más maravillosos de este mundo.

¿Tal vez sea yo uno de esos árboles que en la lejanía de los años se transformó en persona, no lo sé… pero sí desearía saberlo? Cada vez que escribo uno mis sueños, siempre estoy llorando y en verdad… no sé el por qué lo hago.

Hace muchos años: cuando el mundo era muy pequeño, fue cuando nacieron estos árboles. Entonces ni siquiera yo era un pensamiento de mis padres el de poder estar sobre la capa de nuestra tierra.

Una tarde maravillosa de la primavera. El viento era muy agradable, la temperatura de esta parte del mundo también era muy buena. Olía a rosas, jazmines y aun sin fin de olores que se mezclaba entre los suspiros de los sueños.

El sol al atardecer sé reflejaba sobre sus aguas de plata. El color de las profundas aguas era de un color azul claro, y los bosques que circundaban toda esta maza grandiosa se transformaba en un jardín mágico.

Al llegar unas horas antes de atardecer, todas las mujeres jóvenes de hincaban de rodillas al borde del agua para ver el mejor espectáculo del mundo. Mojaban sus preciosas manos y con ella se acariciaban su cara. Humedecían sus ojos para poder ver mejor; lo que en pocas horas y minutos iba a suceder.

La orilla de este lago encantado estaba rodeada de estos árboles maravillosos, y para otros son, llorones, ustedes se preguntarán. ¿Por qué se les llama así, y que hicieron para merecer este mote? ¿lloran de verdad, tienen motivos para hacerlo? Si no es así… porqué lo hacen, digo yo.

Los rayos del sol al atardecer se pintaron de rojo como si se hubiese desramado sangre entre las nubes blancas. El color de las aguas al atardecer sé transformaban en espejos diminutos que brillaban en sus ojos como perlas de coral. Cada mujer, cada jovencita qué había esperado estas horas para poder soñar con su propia imagen sé podían ver en su propio espejo, y este espejo era solo para ella.

He visto llorar a más de una, otras en cambio reían, al verse con el hombre que sería su amor en la distancia, a todas ellas se le enviaban besos que salían de entre los rayos del lago. ¡Chispas de mil colores brotaban de los fondos de este sueño real! Pintaban sus labios de color carmín, o de un color rosado que tienen todas las hermosas mujeres, se los pintaban en unos de color del arco iris. Ellas sin saber por qué lo recibían, y además también notaban el sabor de los labios de estos hombres qué en la distancia les mandaban. Los cuales un día no muy lejano formarían un amor entre los dos en estos sueños de esta vida.

Reían, hundían sus manos queriendo cogerlo, pero no era posible coger peces nadando en estas aguas cristalinas. Sus mentes buscaban la forma de hacerlo posible, y al ver que no había manera de poder coger lo que tanto deseaban. Golpeaban con sus manos sobre la superficie de cristal, con tanta rabia; qué astillaban el agua y herían sus dedos entre las cristalinas aguas del lago.

El cielo que minutos antes era del color de la sangre se iba oscureciendo cada segundo más y más, hasta que la luz de las estrellas sé reflejasen sobre este lugar encantado. Era en ese momento cuando todos los árboles llorones introducían sus finas ramas hasta llegar al fondo de este lago. ¡No sé qué profundidad tiene, pero creo que son kilómetros! Y estas ramas podían hacerlo y lo hacían cada vez que llegaba la tarde noche. A si podían sacar con sus delicadas manos estas caracolas de colores. A cada una de estas enamoradas sé las entregaban. Temblando sus labios, sus ojos lloraban de emoción y cuando las cogían no sabían para que eran estas caracolas. Eran para que siempre que quisiesen hablar con sus parejas o con sus hombres amados lo pudiesen hacerlo y contarles o decirles lo mucho que los querían y a sí serían unidas por el lazo de los sueños. Llega el día, se deforman los sueños, las ramas se posan sobre el fondo del lago en un sueño misterioso. ¡Cuándo es de día se posan sobre las arenas de la orilla y otras veces sobre las hierbas del bosque! ¿Me quieres? Me preguntó… y en silencio le contesté ¡Sí! Sin decir nada, el silencio nos rodeaba, solo se escuchaba la brisa qué suavemente le levantaba sus cabellos ondulados con el viento. Nos besamos… Su voz sonaba como si algo misterioso cubriese nuestras vidas, solo con decir te quiero. Bésame… se unieron nuestros labios y el tiempo se perdió en la lejanía del silencio. ¡Te quise, te quiero y siempre te querré!  

El forjador de sueños

José Rodríguez Gómez

El sevillano

La Calahorra a 2 de diciembre del 2020.

La Calahorra día 2 de Diciembre del 2020.

A/a la atención del sr. Francisco Sánchez López.

Sr. jefe de servicios de bienes culturales.

Muy señor mío: viendo que mis obras no son de su agrado, y crean una obstrucción con su querido castillo de la Calahorra, y estando mis pobres obras por debajo de los cincuenta metros de su base. De los cuales siguen diciendo que obstruyen la visión. ¡Nada de todo lo que dicen es cierto!

Yo, José Rodríguez Gómez le solicito. Qué las obras que están por terminar, se quedan congeladas para siempre, y las que están solicitadas para hacerse se anulan definitivamente. Como son las dos torres de la plaza de España, la fuente del ángel, la fuente de los ocho arcos, y no sé qué otras hay solicitadas; todas se anulan, ya no se harán, y a si ustedes tendrán buena vista de su querido castillo. ¡Ustedes no se merecen mis obras, ni ninguna clase de obras de arte que yo o alguien pudiese crear para hacer algo de cultura en su querida tierra!

Señores míos: perdone mi manera de expresar mi dolor, no haré nada para que quede constancia de mi paso por esta su querida tierra; no les molestare nuca más. Estoy cansado y herido de muerte al ver la manera de tratar a las personas. ¡Este castillo lleva terminado cuatrocientos años, y hasta la fecha he sido yo la única persona que ha realizado algo bello; ustedes me han matado! Nuestra Andalucía nunca llegará a ser nada con personas qué en vez de ayudar criminalizan sin haber hecho nada malo; al revés; queríamos hacer algo que valiese la pena, y ustedes lo destrozan todo.

Jamás hare, ni terminare lo que esta comenzado. A si ustedes se quedaran a gusto, y yo no los molestare con un sueño de los míos.

¡Les quiero decir: que yo también soy andaluz, sea o no de su querida tierra! Pero me parieron en un pueblo de la provincia de Sevilla, Lora del Río. ¡Yo creo tener el mismo derecho a sentirme igual que todos ustedes, andaluz! La diferencia que hay entre todos ustedes y yo; es muy simple, y es que no pensamos iguales, y además sé que ninguno de vosotros sois capaces de hacer nada bueno para esta nuestra tierra, ni en cultura, ni en arte de ninguna clase que pudiese embellecer esta tierra tan bonita.

Se despide de todos ustedes este pobre soñador, que pensó que hacer el bien sería bueno para todos, y es todo lo contrario. ¡Quien es malo se le dan medallas y al bueno se les castiga!  ¿Díganme qué hemos hecho nosotros los que soñamos para merecer dicho castigo?

José Rodríguez Gómez…

El forjador de sueños

El sevillano

He llegado al final del camino

He llegado al final del camino.

He llegado al final del camino y después… que viene, quisiera seguir soñando, pero, no puedo. ¡Déjame soñar, yo quisiera vivir por una vez! Se está pagando mí corazón, ya no veo, y el camino cada vez es más estrecho, no hay árboles para cubrir mi sombra. Ni fuente para saciar mi sed, para qué seguir si ya no veo; mi corazón se muere dentro de mí. Y yo me pregunto. ¿Mereció la pena? Dejar que el viento sople y las hojas serán arrastradas al rincón del olvido. ¡Adónde yo también iré, sí, a ese lugar, donde tiran a los viejos, creo que sí, aun no estoy podrido, pero soy muy viejo! Qué lástima haber vivido sin haber sido feliz. Caminar con mis pies descalzo y tras de mi dejar una huella por el camino; hoy sé que no mereció la pena. ¡Quisiera gritar y decirles a los cuatro vientos que no he sido feliz, que no mereció la pena haber estado en este mundo! hoy me duele mucho el corazón, está sangrando y no encuentro una fuente para saciar mi sed. Cuando la luz se apaga, lentamente y la oscuridad lo cubre todo. Y yo, qué desgraciado he sido. Haberte conocido no mereció la pena, tú eres la culpa de todos mis males, y yo me culpo de todo, para qué vivir si no valió la pena. Todo es mentira y la verdad no vale para nada. No sé cuánto tiempo me queda, el reloj corre en mi contra y los ríos de sangre rompen mis venas. ¡Yo te maldigo una y mil veces; tú tienes toda culpa de los males de mi alma! Para qué nací, me pregunto, el destino de me trajo a este mundo, y no lo comprendo por muchas veces que me lo pregunte, y cada vez corre más el reloj; y todo se queda oculto en la penumbra. Yo quiero volver. Sé que tal vez me ocurra lo mismo, quiero intentarlo de nuevo, quiero vivir sin encontrarte a ti, sí, no quiero volver, y el haberte visto, has sido mi perdición, y tú lo sabes que yo lo sé, pero quiero volver a este mundo. No te buscaré, no seguiré tus pasos nunca más. Cuántas veces he de llorar y yo me he preguntado… cuando podre reír, he llorado tanto que se secaron mis ojos. Maldita mi suerte, maldita sea yo, maldito mis ojos que se posaron en ti para sufrir, para sufrir, cada vez que me acuerdo lloro, no sé lo que es vivir, la culpa fue mía. Hoy soy viejo, ya no ven mis ojos, mis sonrisas se perdieron en el olvido y el llanto me siguen a paso lento. Mi corazón está malo, está triste y no sabe adónde ir. Déjame aquí, no me sirves para nada para que me has tenido, sólo para hacerme sufrir, para verme llorar, o para dañar mi alma, para eso, mejor que no. Ya no puedo, mi corazón se parte a trozos y mi alma ya no me conoce. Y yo quiero vivir de nuevo para volver por el mismo camino, pero no aprendemos. Siempre con la misma piedra no hay una sombra que cubra mi cuerpo, déjame morir. estoy sangrando por mis ojos y mi boca esta seca de tanto llanto. ¿Aprenderé alguna vez… verdad que no? Nacemos en este mundo para sufrir, y tener que pasar día y días con la misma rutina. Mientras tú vive la vida, y que hice yo para merecer tanto castigo. Deja que mi cuerpo lo cubra el silencio, y la lluvia que arrastre mi piel y el viento me lleve al rincón de las hojas muertas. ¡No puedo más, estoy cansado, ya sueño como un viejo, y las hojas secas cubren el camino! El banco está desierto, los pájaros hicieron su canto, y como yo no estaba, se fueron, y no escuché su maravilloso trinar. Las fuentes se secaron, el día se fue, la noche lo cubrió todo. Quien fuera hoja para poder volar, para ver en la distancia tú maldad. Después de tantos años yo soy el culpable de todo cuanto me ha sucedido, sí, lo sé, ya no puedo hacer nada, mi historia está al final del camino. Qué me dice el silencio… Está gritando y no escucho su voz, por qué, yo no he muerto y aun no estoy enterrado, mi cuerpo, sigue caminando, voy dejando mi huella tras de mí. Las miró, lloro y no sé por qué lo hago. ¿Qué hay detrás de mí, dímelo, quiero saberlo? He aquí la pregunta: por qué lo has hecho, contesta, hoy sé que eres muy mala, y me has hecho mucho daño y no sé como pagarte. El tiempo, a ese viejo no lo para nadie, quiere seguir caminando, y después qué me espera. Quise hacer el bien y todo para nada. ¡Dile al día que no quiero seguir, estoy muy cansado, herido, ciego! ¿Qué más quieres, ni mi sangre corre por mis venas, y tú crees que fui feliz? ¡Mientes, te ríes, te burlas de mí y cuando yo esté muerto… ¿Qué harás tú, podrás flores sobre mi tumba, o quizás te rías ante mí sepultura? No lo hagas, deja de hacerme sufrir; ya es bastante, no sé adónde ir, y tampoco tengo sito para yo quedarme. Mi mente está loca, y en mis recuerdos solo hay llanto. Por qué me pregunto yo, por qué, acaso merecí tal castigo. La historia me enseña, que llorar no vale la pena, hay que vivir sin haber llorado. Y después de tanto daño, quien curará mis heridas. En esta tumba, y mirando a la lejanía sin escuchar nada… solo, silencio.

El forjador de sueños

José Rodríguez Gómez

El sevillano.