¡No puedo, no quiero tapar mi cara! ¡deja que te mire… aunque todos se rían de mi, déjame llorar, quiero morir siendo un cobarde y un mal amante… pero deja que te mire con la luz de mis ojos.
Dices que se ríen de mi… quien… todos. ¿te molesta, si es a si para que me tienes a tu lado? ¡Tú sabes que no soy capaz de esconder mis ojos y cada segundo que te tengo en mis brazos es una locura para mi; te quiero tanto que me estás volviendo loco, y me pides que me esconda… ¿de que me he de esconder…¿te avergüenzas de mi te has dado cuenta de lo mucho que yo te quiero. ¡que dicen… que digan lo que quieran! Eres de cristal, te trasparentas y no quiero que nadie sepa lo nuestro. Cuando te miré la primera vez vi en ti a la mujer que siempre había deseado. nunca pensé que para amarte tuviese que esconderme, si lo llego a saber me visto de mascara y tal vez a si nadie lo hubiese sabido; pero… lo siento por ti; soy tal como me ves… de cristal, sí, es cierto que lo soy pero no tengo que esconderme de nadie y tú lo sabías como era. Encontraron en mis escondites una foto tuya, me preguntaron… quier era… y yo le dije… es la mujer que amo… esa cara de cristal… lloró al decir la verdad. Ahora tú me pides que mienta… no sé mentir, lo siento por ti. ¿Quizás tú en tu casa dices que me amas?… o te escondes para que nadie lo sepa, en cambio yo no se como hacerlo. Cuando un hombre se enamora de una mujer la ha de amar aunque le cueste la vida. y si te doy vergüenza déjame, y veste con otro, tal ves ese otro te de mucho más de lo que yo soy capaz de darte.
El forjador de sueños
José Rodríguez Gómez
El sevillano