DOS NOVIOS DE DOCE AÑOS ( 1º PARTE )

¡Nadie me vio salir, era muy temprano ni mis padres, ni mi hermano, se dieron cuenta que yo me marchaba! Tú desde tu puerta estabas mirando para ver cuando yo estaría contigo. Tú cuerpo temblaba ya que nos marchábamos para comenzar una nueva vida, si los dos juntos de una vez ya podíamos ser lo que tanto habíamos deseado durante los años que estuvimos de novios y no fueron muchos ya que ella tenía doce y yo también tenía los mismos que ella, doce también, nos queríamos como si fueses mía, que felices eramos cuando te cogía de tu mano y tú mirabas para atrás para ver si venía alguien, teníamos que ser el uno para el otro para el resto de nuestros días. ¡Cuantos años verdad, si pero desde que eramos niños ya eramos novios y en la escuela siempre estábamos unidos y no queríamos que nadie quisiese jugar con nosotros porque nos molestaba y solamente nuestro deseo era estar solos; y a si, podíamos hablar de nuestras cosa. ¿Que cosas podíamos hablar teniendo doce años, pues teníamos cosas que eran los sueños que se puede tener a esa edad. ¿Tú me quieres me preguntaba, yo, cogiéndole la mano con cuidado de que no nos viesen, le contestaba con una seriedad tan grande como si ya fuese un señor. ¡Si que te quiero y tú lo sabes muy bien. ¿I cuando nos casemos me seguirás queriendo? ¡Que preguntas me haces como no te voy a querer si es hoy yo no puedo estar sin ti ni un momento de mi vida que ya es decir, ya que tenemos doce años y estamos prometidos, eso ni se pregunta, claro que te seguiré queriendo como no lo voy hacer si eres el viento que respiro y tu eres la flor que me das el aroma que me vuelve loco de remate chiquilla. ¿Cuando tendremos el primer hijo? ¡Esperaremos a estar casados de verdad, no te parece, no me gustaría que dijesen por a aquí que ya sabes la lengua que tienen la gente y que dirían de mi si tu te quedases en estado sin ser mi esposa, hablarían cosas no muy buenas de los dos, dirían que estamos locos, mira que dejar embarazada a su novia antes de estar casados formalmente. Tú sabes que para eso soy un hombre formal y yo deseo tanto como tu tener el primer hipo pero esperaremos a que el cura nos de la bendición y entonces si que tendremos a nuestros hijos. Yo camine desde mi casa hasta la de ella y cuando me vio legar salio corriendo a mi encuentro pero en el camino se dio cuenta de que se dejaba la puerta abierta y con mucho cuidado cerro la puerta tras de si; entonces se vino corriendo antes de que yo llegase a ella, y cuando llegó a mi lado me dio un beso en la cara que me supo adulce, ya era el comienzo de nuestra era como marido y mujer. Cogidos de la mano con mucho frío los dos ya que se acercaba la navidad y a nosotros no nos importaba la fecha que fuese ya que los dos habíamos quedado en irnos, sin pensarlo mucho lo decidimos en un momento y sin mediar ni media palabra pusimos la fecha y a si lo hicimos, y aquella mañana muy temprano nos marchábamos de viaje en nuestra huida para ser lo que tanto habíamos deseado los dos. Caminábamos muy deprisa, ella cuando ya llevábamos un rato de caminar se encontraba cansada, entonces me dijo. ¡Pepe, porque no descansamos un poco que me duelen los pies! ¿Que tienes en los pies, dime? Que me he puesto los zapatos nuevos y me hacen daño. ¡Sabes lo que has de hacer, quítate los zapatos nuevos y los guardas para el día que nos casemos, y ahora te pones una zapatillas de las que llevamos a la escuela! ¡Si tiene razón, a si lo haré, siempre llevas toda la razón, por eso quiero ser tu marido, para que tu te des cuenta de que el marido es el hombre de la casa! Ella se quitó los zapatos nuevos y se puso unas zapatillas de la secuela, a si comenzamos nuestros a camino de nuevo. la cogí de la mano y nos unimos ya que el frío de la mañana era en verdad muy fuerte, el viento arreciaba con tal fuerza que hasta el pañuelo que ella llevaba sobre su cabeza se lo llevo el viento y tuve que salir corriendo para poder cogerlo. ¡Toma y esta vez te lo aprietas fuerte para que otra vez no te lo lleve el viento! ¡Vamos que te crees tú que no lo llevaba apretado lo que pasa es que el viento es muy fuerte y me lo ha arrancado de la cabeza como si fuese una pluma! ¡Vamos cariño que se nos hace muy tarde, si no nos damos prisa el tren llega a la estación a las diez y son casi las ocho y nos queda mucho camino por recorrer. Yo voy corriendo lo que pudo; lo que nos hace falta es que pasase alguien con un carro y nos llevase. ¡No mientes a Roma que por la puerta asoma! Mejor sera que cortemos camino por esta vereda y ya veras como aligeramos y llegamos antes a la estación. ¿Tú sabes que por aquí se va ala estación? ¡ Claro que lo se.¿Y cómo lo sabes tú? Por que yo he venido muchas veces con los amigos a jugar y hemos ido a la estación para ver los trenes llegar. ¡Anda a si me decía yo de donde vienes, y tu me decías de jugar, y era de ver los trenes ya me lo pensaba yo que tú me estabas engañando! ¡Yo no te he engañado nunca ya que siempre te he dicho la verdad! ¡ A si, pero cuando te preguntaba por saber de donde venias tú siempre me decías que venias de jugar! ¡Y era cierto, venia de jugar, pero lo que no te había dicho era de donde venia! Bueno no nos vallamos a pelear antes de salir del pueblo, no te parece! Si es mejor que nos llevemos bien si no queremos estropear lo de nuestro matrimonio. Si es mejor que te de un beso y me lo perdonas verdad. Si sera lo mejor que hallas echo esta mañana. Un beso sonó en las mejillas de María, y él se que do tan feliz al saber que ella le había perdonado aquella chiquillada. siguiendo la vereda en verdad se adelanto mucho y cuando eran las nueve aun no las eran llegaron a las cercanías del tren, cuando ya vieron la estación ella le dijo. Que razón tenias, menos mal que tú habías estado por aquí jugando y estamos ya cerca del tren que nos ha de llevar a nuestro destino. ¡Si yo sabia que llegaríamos más temprano! ¿Y como vamos asacar los billetes, tú tienes dinero? ¡Claro que lo tengo! ¿De donde lo has sacado? ¡De donde va ser, de mi padre que se lo he cogido prestado; y le he dicho que ya se lo devolveré cuando pueda! ¡Que tú le has dicho a tu padre que se lo devolverás cuando puedas! ¡Vamos no me dirás que tu has hablado con tu padre! ¡No, claro que no, se lo he dejado bien escrito y él lo entenderá porque tú sabes que yo tengo la letra muy clara y bien escrita y él lo entiende muy bien! ¿Pero si tu padre no sabe leer cómo lo va a entender? ¡Pero sabe mi madre, ella si que sabe leer mis escritos de la escuela, ella siempre me dice. ¡Míra que bien escribes ya se puede leer tu nombre! ¡Aquí pone Pepe! ya ves si sabe leer ella es muy lista y sabe las cuatro reglas, la de sumar, la de restar y la de multiplicar! ¿Y la de dividir la sabe? ¡No muy bien pero se las arregla sola! ¡Ya lo decía yo que es muy lista y cuando esta ,mañana se levanten ya veras que escándalo se va a formar en todo el pueblo. ¡Para entonces ya estaremos camino de nuestra boda! ¿Tú crees que no nos buscarán y nos llevarán de vuelta al pueblo? ¡Si nos encuentran nos ponemos en huelga de hambre los dos y aunque no muramos de no comer, o nos dejan casarnos o nos morimos de hambre los dos. ¿Qué te parece? ¡ A mi me parece bien todo lo que tú digas para eso vas hacer mi marido! el tiempo corría lentamente y de vez en cuando él se asomaba para ver si venía alguien en su busca, y ya habían comprado los vi¡billetes para el tren que le quedaba muy poco tiempo para su llegada; el tiempo corría muy lentamente ya que los nervios salían a flor de piel sin que ellos pudiesen hacer nada y el reloj de la estación parecía haberse parado, y no corrían los minutos que faltaba para la llegada de la maquina y sus vagones de viajeros. Muy nerviosos estaban, llegó el tren y cuando el revisor los vio le dijo. ¿A donde vais muchachos? Mire usted vamos a visitar a un familiar que esta muy enfermo y nuestros padres han pensado que fuésemos los dos y que nos enterásemos el estado en que se encuentra y cuando vengamos de regreso se lo diremos como esta: El revisor no los creyó mucho; pero en fin esta vez os dejo ir, pero la próxima vez tenéis que traer un permiso de vuestros padres para poder viajar enterado. ¡Si señor que estamos enterados, yo se lo dije ami padre pero el pobre no sabe escribir y tampoco mi madre. ¡Bueno, por esta vez va pasar, pero que no os pase la próxima que os llevo al cuartelillo, estáis enterados! ¡Si señor que lo estamos! el revisor les pico los billetes y no se dio cuenta a donde se dirigían y ellos se cogieron de las manos, para darse fuerzas uno al otro para que el señor revisor no mirase el destino que ponía en los billetes. Esta vez por poco nos pillan y la próxima ya estaremos casados y seremos mayores y nadie nos pondrá ninguna pega para poder viajar a donde queramos, verdad Mariquilla. ¡Hombre es la primera vez que me llamas Mariquilla! ¿Te he molestado por llamarte a si? ¡No, no me has molestado pero no me gusta que me llames a si, ya que a si me llama mi madre y en estos momentos no quiero que me llames a si por que pienso que eres mi madre y no quiero que nos encuentre ahora¡ Claro, tienes razón María. El tren comenzó asonar su silbato, sus ruedas dieron la vuelta entera y la maquina se fue arrastrando a los vagones que componía el convoy, una vez en marcha los dos se asomaron a la ventanilla y vieron como lentamente se alejaban de la estación y cada vez se veían mas libres de que los encontrarán y se los llevasen de vuelta al pueblo. La pareja se sentó y cuando llevaban un buen rato de camino, él le pregunto a ella. ¿María… has preparado unos bocadillos? ¡Yo tengo hambre! ¡Ya tiene hambre, si no hace nada estábamos en la estación y ya tiene hambre, no será que los nervios te han dado por comer ya! Si puede ser es que allí estaba muy nervioso y no tenis ganas de comer pero ya hemos salidos y no nos pueden coger. Ella sacó de su talega unos pequeños bocadillos y le entrego uno a él, y le dijo. ¡ Comete lo, pero que sepas que ya no tenemos otro hasta el medio día, de acuerdo. Si mi señora de acuerdo ya lo e. Se rieron los dos pero él se comió el bocadillo en un santiamén. ¿tenias hambre verdad? ¡Ya ves cómo que anoche no me atreví a comer con mi padre y le dije que no tenía hambre, por que los nervios de pensar en esta mañana no me entraba ni la saliva. ¡Yo si que comí ya que el medio día cuando me dijiste que nos marchábamos por la mañana se me quito hasta las ganas de dormir, y no, he pegado un ojo, pensando haber si me voy aquedar dormida y toda la noche he estado levantándome para ver la hora que era. ¡Cuanto te quiero Mariquilla. ¡Otra vez! ¡ Perdóname que de alegría se me ha ido el santo al cielo! ¿ me perdonas? ¡Claro que te perdono, pues faltaría más que no te perdonase el que va a ser mi marido! Cogidos de las manos se sentaron tranquilos y sin darse cuenta se quedaron dormidos los dos. Con el traqueteo del tren el sueño se apoderó de los dos y sin darse cuenta recorrieron casi todo el camino y cuando despertaron estaban muy lejos de su pueblo; era casi media tarde, las nubes nublaban el cielo, y se puso con ganas de llover. Cuando preguntaron la hora que era le dijeron que eran casi las seis de la tarde. ¡Huy que tarde es y no hemos comido dijo Pepe. ¡Ahora si que me ganado el bocadillo, no! ¿¡ Anda toma que comes como la orilla de un río! Es que estoy en la edad de comer no te parece. Si ya lo se, pero para la noche no he preparado nada, no había más pan, lo siento. Que le podemos hacer. Yo me acercaré al vagón comedor y haber si puedo comprar algún bocadillo, aunque sea para ti por que yo ya me he comido dos y tú aun no te has comido ninguno y esos no puede ser a si. Con ellos viajaban unos señores y se dieron cuenta de lo que les pasaba; la señora que iba con su marido, sin pensarse que eran novios, les dijo. Sacando de su bolso unos hermosos bocadillos se los dio a ella y esta se sintió avergonzada de que le tuviesen que dar de comer en su viaje de novios. María quiso rechazarlos pero la señora insistió y entonces ella se vio comprometida en cogerlos y dándole las gracias se los guardo en su talega. ¡ Gracias señora, muchas gracias. No temas que nosotros nos bajamos en la próxima estación y llegamos a casa y allí tenemos comida para comer esta noche mañana ya compraremos más comida y ustedes podrán comer esta noche. Pepe se volvió asentar de nuevo y entonces María le dijo. ¿No decías que ibas a comprar un bocadillo para mi? ¿Tú lo quieres, por no decir, si ya tenemos para que voy a comprar nada, si nos han dado para comer para toda la noche. María se rió y la señora también se dio cuenta de que los dos estaban bien compenetrados, lo que no sabía que eran novios y ella pensó que eran hermanos y no novios por que si no se hubiese escandalizado y sabe dios si no habría llamado al revisor para que los detuviesen a los dos. Pero la señora como era una ,mujer de mundo pues no pensó en lo mas remoto que no fuesen hermanos y que adonde se bajasen estuvieran algún familiar esperándolos. llegó la estación donde se bajaron el matrimonio que estaba con ellos en el mismo vagón, y cuando se fueron les dijo que tuviesen cuidado por la noche de cerrar las puertas ya que en aquellos entonces había muchos ladrones que viajaban de un lado hacia otro y todo cuanto pillaban se lo llevaban corriendo porque había mucha hambre por aquellos tiempos. A si lo hicieron nada mas bajarse el matrimonio cerraron la puerta por dentro y no,dejaron entrara a nadie y cuando despertaron estaban en el lugar adonde les llevaba el billete de tren; con lo puesto y las talegas casi vacías se bajaron del tren sin tener adonde ir ni a donde quedarse, ya que ni conocían la ciudad ni tenían a donde quedarse muertos. Esta es la juventud que se lanza por los caminos sin pensar lo que detrás de cada rincón puede aparecer. Cogidos de las manos es pasearon por la estación, era por la mañana y casi no era aún de día y esperaron a que se hiciera de día, para salir al encuentro con la gran ciudad. Fin de la primera parte. Mañana escribiré la segunda; no te la pierdas, es mas buena que la primera, es tarde y he des descansar. Lo que están leyendo no es escrito nada antes de ahora, sino que es improvisado todo, y si sigues leyendo veras que es una historia algo maravillosa y te gustará leerla entera y hoy doy por finalizado la llegada a la gran ciudad. No dejen que me quede sólo que yo tengo miedo de las capitales. EL FORJADOR DE SUEÑOS…

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